23 oct 2018

La isla


LA ISLA

     El barco del capitán Barbazul naufragó hacia aquella extraña isla diminuta que la tripulación veía desde el barco hacía unos pocos segundos desde el catalejo.
     Pero ahora corrían despavoridos por todo el barco.
     El capitán era el único que conservaba la calma e intentaba recuperar el control del barco y no acabar ahogados en el mar.
     Pero era inútil,  el barco seguía sin control hacia la isla que ahora se había hecho más grande debido a que estaban más cerca.
     La tormenta que se había formado encima del barco iba a peor. De repente una enorme ola chocó contra el barco y la mitad de la tripulación cayó por la borda.
     Se partió el mástil y fue a caer justo en la cabeza del capitán. Se le nubló la vista.

     Cuando volvió en sí, se encontró aturdido y con un enorme dolor de cabeza.
     Pero estaba en la isla que anteriormente había visto por el catalejo en el barco que había quedado totalmente destruido.
     Pero se olvidó del barco y se centró en sobrevivir.
     Se adentró en la isla y fue a buscar cocos o cualquier otra cosa que llevarse a la boca.
     Encontró cocos, unas cuantas bayas silvestres y unos palos y ramas para intentar fabricar una balsa pequeña.
     Intentó fabricar una cama con hojas y palos o alguna que otra prenda de ropa.
     Cuando llegó la noche, vio una extraña luz anaranjada al final de la playa. Fue hacia allí y se llevó una gran sorpresa al ver allí a toda su tripulación comiendo pescado.
     Sus compañeros lo recibieron con pescado y bayas.
     Cuando el ambiente se calmó, el capitán se atrevió a preguntar si habían planeado alguna forma de salir de aquella isla.
     Se escucharon algunos murmullos y la gente negaba con la cabeza energéticamente.
-Entonces debemos pensar en algo- Aventuró Barbazul.
     La tripulación asintió con la cabeza
-Podemos hacer una balsa con palos- dijo uno.
-Muy bien, id a recoger palos y lianas.
     Cuando los tripulantes del barco llegaron, Barbazul empezó a construir la balsa.
     A la mañana siguiente, estaban listos para partir.
-Hemos trabajado muy duro- dijo el capitán-, si esto no funciona, moriremos aquí todos.
     Se escucharon algunos gritos ahogados de los tripulantes.
     Diez minutos después todos estaban montados en la balsa.
  

El viaje fue muy largo y pesado, algunos se marearon y vomitaron todo de la noche anterior, pero todos llegaron sanos y salvos a sus casas.
                                    FIN 

Juan Peguero García. 6º Primaria

11 oct 2018

En “Ojo de Piojo”




En “Ojo de Piojo”

     Y seguimos encaminados hacia el arte y hacia una educación que apuesta por el valor de la expresión y el espíritu creativo… Continuamos educando la mirada; somos “escuelaCONarte”. Y hemos tenido el privilegio de contar con Pablo S. Herrero, extraordinario artista salmantino, para dar comienzo a nuestro proyecto de intervenciones artísticas en las columnas del porche.     
     Qué suerte haber contado con Pablo para dejar su huella pictórica, con su lenguaje tan personal, en el patio de nuestro Colegio como ha hecho en multitud de espacios públicos en pueblos y ciudades de España, Portugal, Francia, Italia, Eslovaquia, Polonia, Noruega, EE.UU., Uruguay, Argentina y Cuba.
     Es además nuestro invitado especial para inaugurar el curso del microespacio de exposición “Ojo de Piojo”. Os animamos a disfrutar de la mirada y asomaros a su expresiva obra.

También en nuestra web: https://cpalfonsoviii.educarex.es/

Pablo S. Herrero (Salamanca, 1977)

El lenguaje pictórico de Pablo está ligado al código de las formas vegetales. Árboles y bosques, tanto en murales como en obra gráfica, son el vehículo para mostrar el vínculo entre lo dinámico y lo estático, individuo y comunidad, interdependencia emocional, poder y lucha, sostenibilidad y resistencia.

Su medio de actividad preferido suelen ser los espacios descentrados y marginales, tomando los lugares abandonados y los barrios periféricos como paradigma del rechazo que la ciudad provoca a grandes partes de sí misma. Por otra parte, concentra su trabajo también en zonas rurales, como modo de acercamiento del arte urbano a lugares más allá de la ciudad. Intenta escoger los proyectos que más se acerquen a este principio o que sean parte de una labor social. Considera la obra en colaboración con otros artistas como uno de los aspectos más interesantes y enriquecedores a la hora de trabajar en la calle. En los últimos años está intentando acercar su experiencia como muralista a niños y adolescentes a través de talleres.

Ha desarrollado proyectos en espacio público en pueblos y ciudades de Europa y América. Ha expuesto obra gráfica en Salamanca, Madrid, Sapri y Varsovia.

Más información y obra en muros
y gráfica en: http://pablosherrero.com/

9 oct 2018

LA CASA DE ENFRENTE II


LA CASA DE ENFRENTE II

     Tengo veintidós años. El trauma que sufrí cuando tenía doce años me dura en la cabeza. Gané muchos premios con mi invención: El Olvidator. Todavía funciona, pero tiene efectos secundarios, como volverte loco o una extraña afición a las máquinas expendedoras (gracias a eso no me queda casi dinero). Lo he pensado mucho durante día y noche y creo que voy a volver a ver qué pasa enfrente de mi antigua casa (sí, me he mudado) a ver que narices pasa allí.
     Mañana cogeré el primer vuelo hacia mi país (que el olvidator me hizo olvidar su nombre).

     Pero antes tengo que ir preparado por si esa extraña sombra vuelve a atacarme: una daga, botiquín, galletas, mi consola portátil, ropa, mi móvil y barritas energéticas.
Puse el despertador a las seis de la mañana y me fui a ver la tele. Peo me quedé dormido y me despertó el sonido del tráfico. Miré la hora y eran las seis menos diez de la mañana.
Sin pensármelo dos veces, cogí mi mochila y cogí el coche.

     Una vez en el aeropuerto, había una cola de por lo menos medio kilómetro de longitud. Así que hice una reserva falsa en la web del aeropuerto (sí, soy hacker) Y me puse la ropa más arreglada que llevaba en la mochila y fui por la zona VIP.
Cuando embarqué, el vuelo se me hizo muy largo y decidí sacar mi consola portátil.
Una hora y media más tarde…

     Nada más bajar del avión cogí corriendo el bus y fui hasta mi calle. Mi casa estaba abandonada y las paredes estaban mohosas. Miré la casa de enfrente y estaba igual que cuando tenía doce años. Me pareció muy extraño. Entonces lo vi: Aquella traumática sombra oscura y de ojos rojos entró rápidamente en aquella casa.

     Con la daga en la mano me acerqué hacia la puerta, pero un cuchillo me pasó silbándome los oídos. Clavé la daga en la puerta sucumbido por la ira. Pero aquella extraña sombra abrió la puerta que me dio en todos los labios, (los que me reventó). Hacía mucho que no probaba la sangre.
     Lancé la daga, pero le atravesó sin hacerle ningún tipo de daño.
     Me quedé alucinando en colores. Pero mis reflejos respondieron bien y los siguientes tres cuchillos que me lanzó los esquivé sin problemas. Me retiré detrás de mi casa y con una gasa me limpié la sangre de mis labios.
     Pero la sombra no daba tregua. Con un gruñido espectral, cogió y me tiró una silla plegable negra a la cabeza pero la esquivé. Busqué en mi mochila y le tiré las barritas energéticas a la boca y se las tragó. Durante unos segundos no pasó nada,  pero después el monstruo se retorció y se tiró al suelo con las manos en la tripa, segundos después, explotó.
     No me percaté de que tenía sangre y órganos de monstruo  en la boca.
     Grité a pleno pulmón: ¡SIII!
   Una vez vencido el monstruo, vendí mi antigua casa y recompré la mía y la de mi extraño vecino. Tardé como dos o tres meses en trasladar todo y comprar nuevas cosas.
     El día que me senté en el sofá de mi casa con el mando de la consola entre mis manos pensé: esto es como si tuviera doce años.
                                  FIN               

                                          Juan Peguero García. 6º Primaria

4 oct 2018

Pedro, el marinero


Pedro, el marinero

Pedro era marinero y en otoño, recién cortado el pelo, se quedó calvo. En uno de sus viajes empezó a notar olas demasiado fuertes. Y media hora más tarde, se situaba en una isla. Pedro ya no era marinero, era un náufrago.

En la isla se encontró un baúl lleno de comida y gracias a eso pasó mucho tiempo allí. Para entonces ya tenía una barba larguísima. Decidió que para no pasar frío se podría cubrir con la barba toda su cara. Una noche tenía la barba puesta y vino un tiburón a comérselo, pero al final el tiburón no se lo comió porque pensó que era un gorila. Pedro, al levantarse, y después del susto, dijo que no se volvería a quedar calvo.
Bruno Molina 6º Primaria