Marta era una
niña valiente y aventurera que un día descubrió el mapa del tesoro de las
reinas del mar, el tesoro con todas las joyas que las sirenas recogen de los
barcos hundidos. Según el mapa, el tesoro estaba protegido contra el mal de la
magia blanca, y solo la mejor amistad verdadera podría sacarlo de la cueva en
que estaba. Sabiendo esto, Marta recurrió a su amiga Andrea, su antigua
compañera de clase, le contó el secreto. Acordó darle la mitad de las joyas, y
juntas tomaron un gran carro con sus riquezas pero, en el mismo instante en que
abandonaban la cueva, todas desaparecieron, y solo pudieron encontrarlas de
nuevo en su sitio original. Y por más veces que lo intentaron, no dejó de
ocurrir lo mismo, hasta que las dos se dieron por vencidas.
-Supongo que
Marta no era una amiga de verdad, -se dijo Andrea. Si lo fuera, no me hubiera
importado compartir el tesoro con ella. Debería haber elegido a Sofía o a
Álvaro.
Sofía y Álvaro eran sus dos mejores amigos. Y como no sabía muy bien a cuál elegir decidió contarle el secreto a Sofía, acordando repartir el tesoro a la mitad. Sin embargo, al ir a recuperarlo, se encontraron con una larga fila de buscadores del tesoro. Y es que, mientras estaban fuera, Andrea había tratado de sacar el tesoro un montón de veces, cada vez con un nuevo amigo. Y cada fracaso, sus compañeros de clase hacían lo mismo y corrían a buscar nuevos amigos para rescatar el tesoro por su cuenta, y así sucesivamente. Y de esta forma, se había formado una larga fila de parejas de amigas y amigos que intentaban sin éxito hacerse con el tesoro.
Cuando por fin les llegó el turno a Marta y a Sofía, estaban tan seguras de ser excelentes amigas que la decepción fue aún mayor cuando el tesoro volvió a desaparecer al cruzar la salida de la cueva. A María ya solo le quedaba la opción de Álvaro, que al recibir la noticia reaccionó con gran entusiasmo. Álvaro corrió entonces a contárselo también a Sofía, quien confesó conocer toda la historia, y junto a Marta le explicó lo difícil que es conseguir el tesoro. Al día siguiente Marta y Andrea entraron a la cueva y consiguieron el tesoro. Y cuenta Andrea que tener una verdadera amiga como Marta es lo mejor.
MARIÁNGELES RABADÁN MARTÍN, 6º A
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