Un hombrecillo de colores
Érase
una vez un hombrecillo de colores, que vivía en un mundo de colores.
El
hombrecillo tenía la cara rosita, los ojos negros, el pelo rubio y el resto
multicolor. El hombrecillo tenía el don de alegrar o entristecer con colores
las cosas. Pero él era tan buen hombre que solo las arreglaba. Un día se
encontró un colorín, el cual dijo:
-
¡Eh! señor.
-
Sí colorín.
-
Es que ... ayer perdí el rojo de mi cara y me preguntaba si usted podría darme
un poco de rojo.
-
Claro, encantado!
¡Zas, pin, pan pun y bom! Sonaron unos
cuantos ruidos y el colorín tenía un rojo precioso. Agradeció:
-
¡Gracias, hombre de colores!
Entonces pensó:
-
Necesito rojo para las manzanas, verde para las plantas, azul para el agua...
Así que fue a comprar al, ¡Mercadillo de los colores!
Así que fue a comprar al, ¡Mercadillo de los colores!
Cuando
los compró los metió en un tarro por separado. Luego volvió a casa, cenó y se
acostó en la cama. ¡Así son todos sus días ayudando a la gente, y dando color a
la vida!
Guillermo Gordo
Martín. 5º Primaria
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