El
entierro de la sardina es una manera simbólica de despedir el carnaval y volver
a la normalidad después de días de fiesta, baile y disfraces.
Muy
variadas y distintas son las teorías e historias
que tratan de explicar el origen
de este singular entierro.
Una de ellas habla de unos estudiantes que en el siglo XIX y en la última noche de
Carnaval recorrieron las calles vestidos de negro simulando un cortejo fúnebre que
iba precedido por una sardina que terminaban quemando ante la expectación de
cuantos por allí estaban.
Otra explica que la costumbre de enterrar la sardina
nació hace tres siglos en Madrid durante las fiestas que se celebraban para
anteceder a la Cuaresma. La gente se reunía en el campo y lo que se enterraba,
en efecto y como reclama la lógica, no era un pez, sino un cerdo (otros hablan
del costillar del cerdo) al que se llamaba “cerdina”.
La tradición, que entonces se transmitía de forma oral, se fue extendiendo por
otros pueblos y ciudades del país, pero confundiendo los términos, de modo que
la cerdina acabó en sardina, y así, por la vía de la confusión lingüística, la
sardina se ha convertido, sin lugar a dudas, en la protagonista del final de
las fiestas de Carnaval.
Una historia más cuenta que el rey
Carlos III quiso celebrar el final del Carnaval con el pueblo llano y ordenó traer
sardinas para tal celebración. Fue un día muy caluroso, atípico para la época
del año en la que se encontraban. Debido al calor, las sardinas se
descompusieron y para alejar el olor que éstas desprendían la comitiva decidió
enterrar el pescado en la Casa de Campo.
Parecida
versión la que habla de unos nobles
madrileños que encargaron un lote de sardinas del norte de España. Cuando éstas
llegaron, estaban en mal estado y decidieron tomárselo con buen humor y unirse
a la fiesta para enterrar las sardinas.
Y en qué consiste.
El entierro de la sardina no es más que un
desfile por las calles de una ciudad en el que la gente se disfraza y baila
haciendo que llora y lamenta la muerte del pez. Generalmente lo que se hace es
construir una gran sardina que se sitúa al frente de una procesión metida en un
ataúd. Ésta se compone de un nutrido grupo de personajes de todo tipo (viudas,
viudos, sacerdotes, etc.) que llora y lamenta la muerte del pez mientras
discurre por las calles de una ciudad.
Y este año en el Cole tendremos nuestro entierro particular. Ya tenemos preparada a la protagonista y manos a la obra con la caja que abrirá la comitiva compuesta por todos los alumnos y profes del cole en medio del llanto y la tristeza propia del momento.
Conocer las tradiciones y compartir actividades que hagan grupo, objetivos perseguidos.
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