Érase una vez la diosa Hebe, la diosa de la juventud,
que miraba desde el Olimpo a un hombre
que en vez de guapo era feo, que en lugar de tonto era el más listo de toda
Grecia, y para sus ojos era el más guapo; se llamaba Alejandro. Pero ella era una
diosa y él un mortal así es que ese amor no podía hacerse realidad y empezó a
hacerse preguntas.
La más importante era: ¿yo le gustaré tanto como él a
mí? Se le encendió la bombilla y le pediría a su padre el dios del rayo Zeus
que la hiciera con forma humana. Pero Zeus al principio le dijo que no. Hasta
que llegó el día en el que le dijo que sí pero con una condición: le tendría que
enamorar en tres días en cuyo caso le haría inmortal y podrían estar juntos
toda la eternidad.
Bajó del Olimpo ya en forma humana y empezó la búsqueda. El primer día se
recorrió media Atenas y no le encontró. Al día siguiente buscó por la zona que
le quedaba y allí estaba, ella intentó tener una conversación con él y quedó
prendido ante ella, pero no le acababa de convencer. Afrodita la diosa del amor
se fijó en ellos dos e intentó ayudarles, tanto que él le pidió verla al día
siguiente y ella aceptó. Le pidió a ella que si quería ser su novia y ella aceptó.
Entonces ella le explicó que era una diosa. Y Alejandro pensó que quería burlarse
de él y no se lo creyó. En ese instante Zeus les ascendió al Olimpo por lo
prometido. En ese momento se lo creyó aunque le sorprendió mucho y vivieron
felices y comieron perdices.
FIN
Antonio Alonso Rodríguez 5º Primaria
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