Un día, una niña
llamada Elena fue a dar un paseo por el bosque en bicicleta. Pedaleaba y la
bici se movía y cuando quería parar pulsaba los frenos o dejaba de pedalear y
la fuerza de rozamiento hacía que se detuviera. Cuando llegó al bosque, ya
estaba cansada de pedalear y se bajó de la bici. Siguió a pie sujetándola con
una mano.
Después de caminar
durante una hora se dio cuenta de que se había perdido. Se puso un poco
nerviosa pero luego se tranquilizó y pensó que lo primero que tenía que hacer
era construir un refugio porque se estaba haciendo de noche. Lo iba a hacer
encima de un árbol para protegerse de los peligros del bosque. Encontró un
árbol que le pareció perfecto porque tenía las ramas muy juntas pero no sabía
cómo subir. Encontró una piedra bastante grande que le podía servir como
escalón pero era muy pesada. Entonces cogió un palo largo y lo usó como
palanca. Metió un extremo del palo debajo de la piedra e hizo fuerza en el otro
lado. Consiguió levantarla y ponerla al lado del árbol para poder subir pero
luego no sabía cómo llevar los palos para hacer la cabaña porque no podía
escalar con las manos cargadas. Entonces, como ya no utilizaba la bici, le
quitó una rueda y la usó como polea. Había encontrado una cuerda tirada en el
suelo y la puso alrededor de la rueda. En un extremo de la cuerda ató las ramas
y los palos. Luego se subió al árbol y puso la rueda en una rama, tiró de la
cuerda hacia abajo y los materiales se elevaron. Luego se puso a construir.
Le quedó bastante bien
y esa noche durmió allí. Al día siguiente, cuando se despertó tenía mucha
hambre. Primero, intentó cazar un pájaro tirándole piedras hacia arriba, pero
la fuerza de la gravedad, hacía que bajaran rápidamente hacia la tierra. Luego,
vio unas moras y las cogió para desayunar.
Elena pensó que sus
padres estarían muy preocupados y decidió buscar el camino de vuelta a su casa.
Caminó mucho y se encontró con un muro. Al principio se alegró mucho porque
pensó que por allí habría personas, pero luego se dio cuenta de que el muro era
altísimo y no podía cruzarlo. De repente, vio un tronco de árbol tirado en el
suelo y lo usó como plano inclinado apoyándolo en la pared. Subió por el tronco
y, cuando llegó al final, vio una casa. Llamó a la puerta y le abrió un hombre.
Elena dijo:
- -
"Me
he perdido y quería preguntarle si podría llamar a mis padres para que me
vinieran a buscar".
El hombre lo hizo y sus
padres se pusieron muy contentos al verla, pero le dijeron que tuviera más
cuidado la próxima vez que fuera al bosque y no se alejara tanto.
Andrea Domínguez Mateo, 5º A Primaria
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