LA ISLA
El barco del capitán Barbazul naufragó hacia
aquella extraña isla diminuta que la tripulación veía desde el barco hacía unos
pocos segundos desde el catalejo.
Pero ahora corrían despavoridos por todo el barco.
El capitán era el único que conservaba la calma e
intentaba recuperar el control del barco y no acabar ahogados en el mar.
Pero era inútil,
el barco seguía sin control hacia la isla que ahora se había hecho más
grande debido a que estaban más cerca.
La tormenta que se había formado encima del barco
iba a peor. De repente una enorme ola chocó contra el barco y la mitad de la
tripulación cayó por la borda.
Se partió el mástil y fue a caer justo en la cabeza
del capitán. Se le nubló la vista.
Cuando volvió en sí, se encontró aturdido y con un
enorme dolor de cabeza.
Pero estaba en la isla que anteriormente había
visto por el catalejo en el barco que había quedado totalmente destruido.
Pero se olvidó del barco y se centró en sobrevivir.
Se adentró en la isla y fue a buscar cocos o
cualquier otra cosa que llevarse a la boca.
Encontró cocos, unas cuantas bayas silvestres y
unos palos y ramas para intentar fabricar una balsa pequeña.
Intentó fabricar una cama con hojas y palos o
alguna que otra prenda de ropa.
Cuando llegó la noche, vio una extraña luz anaranjada
al final de la playa. Fue hacia allí y se llevó una gran sorpresa al ver allí a
toda su tripulación comiendo pescado.
Sus compañeros lo recibieron con pescado y bayas.
Cuando el ambiente se calmó, el capitán se atrevió
a preguntar si habían planeado alguna forma de salir de aquella isla.
Se escucharon algunos murmullos y la gente negaba
con la cabeza energéticamente.
-Entonces debemos pensar en algo- Aventuró
Barbazul.
La tripulación asintió con la cabeza
-Podemos hacer una balsa con palos- dijo uno.
-Muy bien, id a recoger palos y lianas.
Cuando los tripulantes del barco llegaron, Barbazul
empezó a construir la balsa.
A la mañana siguiente, estaban listos para partir.
-Hemos trabajado muy duro- dijo el capitán-, si
esto no funciona, moriremos aquí todos.
Se escucharon algunos gritos ahogados de los
tripulantes.
Diez minutos después todos estaban montados en la
balsa.
El viaje fue muy largo y pesado, algunos se marearon y vomitaron todo de la noche anterior, pero todos llegaron sanos y salvos a sus casas.
FIN
Juan Peguero García. 6º Primaria
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