25 nov 2013

Un buen escarmiento



Hace muchos años, un hombre muy anciano que estaba a punto de morir le dijo a su hijo Álex que todas sus riquezas estaban escondidas en el cráter de un volcán inactivo que estaba en una isla que descubrió cuando era marinero. Le pidió que fuera a buscarlas y que las repartiera entre él y sus dos hermanos. Se lo había pedido a Álex porque era su hijo más valiente y responsable. Otro de los hijos de aquel hombre se llamaba Samuel y era muy avaro. Se enteró de que Álex iba a repartir las riquezas entre los hermanos y fue tras él porque quería que todas fueran suyas. Cuando Álex llegó a la isla y escaló el volcán, vio que su hermano Samuel estaba cogiendo los tesoros de su padre, pero en lugar de quitárselos, decidió darle un escarmiento. Bajó de la montaña sin que Samuel  se enterara y subió al barco para colocarlo detrás de un acantilado, y así no se veía desde la playa. Cuando su hermano bajó del volcán y no vio el barco, se asustó mucho y se puso a gritar pidiendo socorro. Entonces Álex sacó el barco de su escondite y bajó a la playa y Samuel corrió a abrazarle y le dijo que nunca más volvería a robar nada y que repartiera el tesoro entre los tres hermanos. Desde aquel día, todos vivieron muy felices para siempre.
Andrea Domínguez, 6º A

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