Hace muchos años, un hombre muy anciano que estaba a
punto de morir le dijo a su hijo Álex que todas sus riquezas estaban escondidas
en el cráter de un volcán inactivo que estaba en una isla que descubrió cuando
era marinero. Le pidió que fuera a buscarlas y que las repartiera entre él y
sus dos hermanos. Se lo había pedido a Álex porque era su hijo más valiente y
responsable. Otro de los hijos de aquel hombre se llamaba Samuel y era muy
avaro. Se enteró de que Álex iba a repartir las riquezas entre los hermanos y
fue tras él porque quería que todas fueran suyas. Cuando Álex llegó a la isla y
escaló el volcán, vio que su hermano Samuel estaba cogiendo los tesoros de su
padre, pero en lugar de quitárselos, decidió darle un escarmiento. Bajó de la
montaña sin que Samuel se enterara y subió al barco para colocarlo detrás
de un acantilado, y así no se veía desde la playa. Cuando su hermano bajó del
volcán y no vio el barco, se asustó mucho y se puso a gritar pidiendo socorro.
Entonces Álex sacó el barco de su escondite y bajó a la playa y Samuel corrió a
abrazarle y le dijo que nunca más volvería a robar nada y que repartiera el
tesoro entre los tres hermanos. Desde aquel día, todos vivieron muy felices
para siempre.
Andrea
Domínguez, 6º A
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